Numerosos enfoques para combatir la propagación e impacto del VIH y el sida no han tenido en cuenta las diferencias y desigualdades de género. Algunos han reafirmado nociones acerca de la pasividad femenina y la dominación masculina en las decisiones sobre las relaciones sexuales y la reproducción. Otros han respondido a las distintas necesidades y restricciones de las mujeres y los hombres, pero sin desafiar el statu quo de género. Este Informe general analiza por qué y cómo están hoy día el VIH y el sida afectando desproporcionadamente a las mujeres a nivel individual y en sus roles de madres y proveedoras de cuidados. Examina nuevos enfoques sensibles al género para combatir la pandemia del VIH y plantea que, a fin de que éstos sean eficaces, es necesario afrontar las desigualdades que impulsan la pandemia y son reforzadas por ésta.
Recomendaciones del Informe general
Utilizar un marco de derechos humanos con enfoque de género: Varias convenciones y declaraciones ofrecen marcos útiles para la acción que enfatizan firmemente los derechos sexuales y reproductivos junto a derechos sociales, económicos y políticos más amplios. Por ejemplo, las recomendaciones específicas de la Carta de Derechos de Barcelona incluyen, pero no exclusivamente, los derechos de las mujeres a:
- Recibir servicios de salud sexual y reproductiva, incluido el acceso al aborto seguro sin coerción.
- Tener acceso a tecnologías de prevención que sean amigables a las usuarias y asequibles, tales como condones femeninos y microbicidas, con capacitación en desarrollo de habilidades para su negociación y uso.
- Optar por revelar su estado de VIH en circunstancias de seguridad, sin amenaza de violencia, discriminación o estigma.
Las políticas y los programas de VIH y sida deben orientarse por las complejas y diversas realidades de las vidas de mujeres, hombres, niñas y niños:
- Involucrar a las personas más afectadas por cualquier asunto del desarrollo como parte integral del proceso de definir el problema y encontrar soluciones. Las iniciativas de desarrollo deben, por tanto, partir de las prioridades de esta población.
- Propiciar la participación de mujeres y hombres con VIH y de las personas más vulnerables en todos los niveles de políticas, planificación y programas.
- Reconocer y no estigmatizar la sexualidad de la gente joven, de mujeres, hombres que tienen sexo con hombres, lesbianas, bisexuales y personas transgénero, personas ancianas y personas con discapacidad.
Cambiar o transformar la desigualdad de poder entre hombres y mujeres para crear un contexto donde las mujeres tengan igual poder y tanto ellas como los hombres sean menos vulnerables:
- Reconocer que si bien el empoderamiento de las mujeres es una meta importante de las intervenciones en VIH y sida, se requiere transformar las relaciones de género antes de que el empoderamiento sea plenamente realizado.
- Involucrar a los hombres en intervenciones en VIH y sida que desafíen el statu quo de género, ya que su participación es crucial para transformar las relaciones de género y porque los roles y expectativas de género los ponen en riesgo también a ellos.
- Asegurar que las intervenciones con hombres no comprometan los derechos de las mujeres, ni reafirmen estereotipos o reemplacen el trabajo con ellas.
Desarrollar una respuesta coordinada al VIH y sida que sea a múltiples niveles, multifacética, multisectorial e institucionalizada:
- Reconocer que todos los sectores y programas de desarrollo deben tomar en cuenta el género y el VIH y sida, como también que no hay un solo sector para el que la pandemia sea irrelevante.
- Aunque los programas no cuenten con los recursos necesarios para implementarla a múltiples niveles, deben apoyar una respuesta coordinada que empodere y sea transformadora.